La música clásica ocupa un lugar esencial en el repertorio de cualquier pianista. No solo por cuestiones de tradición, sino porque su influencia es fundamental en todos los géneros musicales. A Schubert, por ejemplo, se le atribuye haber compuesto la primera canción con la estructura de verso y estribillo que todos conocemos tan bien. Incluso, los orígenes del jazz se pueden remontar a Bach (de hecho, ¿verdad que riman?). Aprender música clásica no solo te ayudará a ampliar tu conocimiento sobre distintos géneros, sino que mejorará drásticamente tu técnica con el piano.

Aquí te dejamos una selección de 14 piezas que comprenden desde el Barroco hasta el Romanticismo. Si estás retomando el piano después de haber aprendido en tu infancia, muchas de estas canciones te resultarán familiares. Con esto no pretendemos cubrir todos los compositores de estas épocas, pero te puede servir como un buen resumen de obras clave para ir conformando tu repertorio. Como siempre, podrás aprender todas estas piezas en la app de flowkey.

1. Canon en re mayor – Johann Pachelbel

Un favorito de las bodas

Un canon es una pieza en la que una melodía principal es imitada por varias voces de contrapunto que se superponen a ella. El Canon en re mayor de Pachelbel es, técnicamente, un “canon acompañado”, ya que incluye otras melodías que se desarrollan para crear una rica textura, incluso cuando se toca solo en el piano.

Esta pieza gozó de popularidad durante la vida del compositor, a finales del siglo XVII, pero cayó en el olvido hasta que se redescubrió en los años 60 del siglo pasado. La inconfundible progresión de los 8 compases que componen la obra ha sido adoptada por infinidad de artistas de pop y rock; ¡y seguro que has escuchado su versión original en más de una boda!

2. Preludio n.º 1 en do mayor – Johann Sebastian Bach

Acordes rotos e hipnóticos

Aprender a tocar alguna pieza de Bach es esencial. No solo por su maestría con las teclas, sino por su habilidad para inspirar a generaciones de nuevos pianistas, incluso hoy. El Preludio n.º 1 en do mayor es la primera obra de su colección El clave bien temperado, compuesta según el autor "para el provecho y disfrute de los jóvenes músicos deseosos de aprender".

Si estás leyendo estas líneas, es porque tú también tendrás "deseos de aprender", así que tocar esta pieza te ayudará a desarrollar un sentido natural del ritmo y a mejorar tu digitación. Es mucho más que un simple ejercicio; el fluir de esta pieza, compuesta de acordes rotos ascendentes, es de una hipnótica belleza.

3. Sonata en do mayor – Wolfgang Amadeus Mozart

Otra muestra de acordes rotos sumamente encantadores

Mozart fue un niño prodigio y creció hasta convertirse, probablemente, en uno de los compositores clásicos más respetados de todos los tiempos. Tuvo una vida frenética que se apagó a los 35 años; y muchas piezas, como esta, se quedaron sin publicar hasta décadas después de su muerte.

El mismo Mozart describió esta pieza como "para principiantes" pero, en realidad, es más apropiada para pianistas de nivel intermedio o avanzado. Aún así, tocar solamente la parte de la mano izquierda o la de la derecha es un formidable ejercicio para principiantes ambiciosos.  La combinación de acordes rotos que toca la mano izquierda con la melodía que toca la derecha te ayudará a mejorar la coordinación entre ambas manos, por no hablar de que es una delicia de pieza.

4. Eine kleine Nachtmusik - Serenata n.º 13 – Wolfgang Amadeus Mozart

Una pieza vibrante y alegre, la quintaesencia de Mozart

La lista quedaría coja si incluimos una pieza de Mozart solamente. Por eso, vamos a añadir esta otra que escribió para un cuarteto de cuerda, pero adaptándola al piano. A menudo, el título se traduce literalmente como “Una pequeña música nocturna”, pero podemos decir que Mozart se estaba refiriendo de esta manera en sus notas a la “pequeña serenata” que había compuesto. Y así se quedó.

Lectura interesante: Las 9 piezas de Mozart que todo pianista debería saber

Esta es una de las piezas de Mozart más conocidas e interpretadas, y por una buena razón: la inconfundible melodía de esta pieza vibrante y alegre representa de lleno la esencia de Mozart. Se trata de una pieza llena de emotividad, que comienza con un famoso allegro que se ha convertido en uno de los favoritos del mundo del cine. Es fácil embelesarse cuando la tocas con el piano. Cuando la toques en público, verás cómo tu audiencia te pedirá más.

5. Sonata “Claro de luna” – Ludwig van Beethoven

Tranquila, delicada y ensoñadora

Beethoven también se considera como uno de los compositores más célebres de todos los tiempos. Una hazaña asombrosa, considerando que compuso gran parte de su obra después de haberse quedado sordo.

La Sonata “Claro de luna” (no confundir con la pieza de Debussy) es delicada y ensoñadora; de hecho, su título original es “Casi una fantasía”. También es el foco del debate entre muchos pianistas actuales sobre cómo se deben usar los pedales para tocarla. Siguiendo las indicaciones de Beethoven, si la tocamos con un pedal de resonancia moderno se puede generar cierta disonancia al cambiar de acorde. Por lo tanto, debes tener cuidado al pisar el pedal (a menos que tengas en tu haber un piano de 200 años de antigüedad). También puedes intentar no pisarlo a fondo.

6. Para Elisa – Ludwig van Beethoven

Fíjate en sus suaves y fluidos arpegios

Beethoven also deserves 2 entries. His work changed considerably during his life, spanning the Classical and Romantic periods, and was always innovative.

Para Elisa es una bagatela, definida en el Diccionario histórico de la lengua española como una "composición escrita en un género ligero y sin importancia aparente". Esta pieza dulce, con arpegios escurridizos que necesitan una perfecta coordinación entre ambas manos, encaja perfectamente en esta descripción. Al igual que la Sonata en do mayor de Mozart, esta pieza fue publicada de manera póstuma, 40 años después de la muerte de Beethoven. No se conoce la identidad de la tal Elisa, ni tampoco si llegó a escuchar en vida esta obra maestra compuesta especialmente para ella.

7. Preludio en mi menor, Op. 28 – Frédéric Chopin

El sonido de la angustia

Chopin era un maestro en transmitir emociones a través de su música, y esta pieza en concreto suena a desesperación absoluta. La última marca dinámica es un smorzando, que significa algo así como "desvanecimiento". Sin ir más lejos, Chopin pidió que fuese tocada en su funeral y, aunque dicho así puede sonar algo macabro, no debes dejar que esto te confunda a la hora de apreciar esta bella y elegante pieza.

8. Liebestraum n.º 3 – Franz Liszt

Así suena el amor

El título Liebestraum significa "sueño de amor", que es precisamente lo que Liszt evoca en esta pieza. Un fluir ensoñador y mágico nacido de un poema de Ferdinand Freiligrath al que Liszt puso música. Aparte de varias referencias a la pérdida, también incluye unos versos que dicen algo así como, "Asegúrate de que tu corazón arda y resguarde el amor. Mientras otro corazón lata cálidamente de amor por ti."

9. Canción de cuna – Johannes Brahms

Una canción para niños con un secreto oculto

Esta canción es un hit en todos los rincones del mundo a la hora de arrullar a los bebés. Lo que quizá no sepas es que Brahms la compuso para el nacimiento del segundo hijo de una amiga de su infancia, de quien Brahms estuvo enamorado, por lo que incluyó una contramelodía oculta basada en una canción que ella le cantaba cuando eran jóvenes…

10. El lago de los cisnes – Piotr Ilich Chaikovski

Un clásico del ballet simplificado para piano

Chaikovski es probablemente mejor conocido por sus grandes composiciones operísticas y por lo que el musicólogo Francis Maes describió como “opulencia sensual”. La obra que mejor ejemplifica esto es El lago de los cisnes, un ballet sobre una princesa que pasa sus días convertida en cisne en un lago de lágrimas, y que por las noches vuelve a su aspecto humano verdadero. Dicho esto, esta obra maestra resiste la prueba del tiempo por su belleza melódica y melancólica, incluso en su forma simplificada para piano solista.

11. En la gruta del rey de la montaña – Edvard Grieg

Juguetona, mágica y cargada de fantasía

Grieg escribió esta pieza para acompañar una escena de la obra de Ibsen, Peer Gynt, en la que el personaje principal se adentra en un mundo de fantasía; pero la describió de forma irónica como "algo que apesta a caca de vaca, a recalcitrante nacionalismo noruego, y a «mírame y no me toques»". Es una pieza juguetona, mágica y cargada de fantasía.

12. Claro de luna – Claude Debussy

Un evocador y majestuoso éxito del piano

Llamada así por un poema de Paul Verlaine, que contiene versos como, "Tocando el laúd y danzando y casi tristes bajo sus fantásticos disfraces". Esta combinación de alegría y tristeza se traduce en la música de Debussy: una pieza expresiva que comienza de forma suave y minimalista, para luego convertirse en algo majestuoso y emotivo.

13. Gymnopédie n.º 1 – Erik Satie

Una pieza melancólica y elegante con un origen sorprendente

Una pieza melancólica y elegante del hombre que se refirió a sí mismo como un "fonometrista" (alguien que mide los sonidos) en lugar de músico. Satie tituló sus Gymnopédies según un tipo antiguo de danza griega evocadora en la que hombres (o mujeres) jóvenes bailaban desnudos. Algo en lo que pensar mientras tocas.

14. Vals n.º 2 – Dmitri Shostakóvich

Puro romanticismo con un toque teatral

Shostakóvich es el broche final perfecto para este artículo, ya que su estilo híbrido combina una serie de influencias de todas las épocas. El Vals n.º 2 es la más famosa de sus obras: una danza que toma la teatralidad soviética y la combina con un aire de ligereza romántica para crear algo realmente profundo.

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Escoger tus piezas clásicas favoritas te ayudará a alcanzar tus objetivos y hará tu aprendizaje mucho más ameno. Al fin y al cabo, es más fácil mantener la motivación cuando tocas la música que te gusta.

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